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Es muy común ver en estos días en diferentes lugares de la Facultad de Comunicación Social a los estudiantes conectados a su teléfono celular o más conocidos como ‘smartphones’. La aplicación de Whatsapp no puede faltar en ninguno de estos dispositivos y es que la herramienta de mensajería instantánea es la más usada actualmente. Facebook e Instagram también son muy utilizadas. No se les escapa ningún momento para estar ‘online’.

 

Mientras el docente dicta la clase, muchos revisan su celular, incluso suelen usarlo para realizar alguna consulta académica, lo cual es bueno, por las ventajas que ofrece. Hay otros que se quejan de la mala señal de la red de wifi, los que tienen plan de datos no tienen inconvenientes.

Katherine y Andreína estudiantes del 6ª2, son dos amigas que comparten aula desde el 2013, cuando ingresaron a la Nivelación de Carrera, han pasado ya 4 años y su amistad se ha mantenido, para ello conservan muchas fotos posteadas en las redes sociales, casi no pierden una oportunidad para tomare una ‘selfie’.

“Siempre aprovechamos la ocasión para capturar algún momento, a través de una selfie” expresó Katherine, mientras revisa las reacciones a la foto posteada en Instragram y Facebook.

Pero, así como ellas, hay más estudiantes que pasan ‘con la cabeza agachada’ pendiente de su Smartphone, en alguno casos llegando al caso extremo de convertirse en una adicción, Los cerebros de los adictos a las redes sociales y los adictos a las drogas tienen similitudes, según encontró un estudio de la Universidad Estatal de California, Fullerton.

LA ADICCIÓN A LAS REDES SOCIALES EXISTE

Actualmente estamos conectados las 24 horas del día. Cuando vamos en el metro, en una sala de espera, en clase, o incluso cuando has quedado con un grupo de amigos... la escena que suele repetirse es la de gente que no es capaz de desviar la mirada de sus 'smartphone' ni siquiera un minuto.

Esto es un síntoma clarísimo de que la adicción a las redes sociales está ahí, ya que, como explica Begoña, podemos hacernos adictos a muchas cosas. En cuanto a las redes sociales, se trata de "un uso anormal en términos de intensidad y frecuencia de uso, que puede llegar a alterar el disfrute y la vida cotidiana".

Según explica la psicóloga, que además es profesora en el Centro Universitario de Ciencias de la Salud San Rafael-Nebrija, las adicciones surgen cuando "nos acostumbramos y vinculamos a las cosas porque nuestra red de neuronas emite sustancias químicas, y nos hacemos adictos a las emociones que generan". Lo que suele ocurrir con las redes sociales es que nos enganchamos porque en ellas solo se suele proyectar lo positivo, o porque nos producen gratificación o buenas sensaciones casi al instante.

El sector más propenso a caer en esta tipo de adicción es el de los menores y los jóvenes, ya que "no han aprendido a regular aún sus emociones", asegura. Además, recuerda que si aparecen "síntomas como la falta de atención, la alta dispersión, o la incapacidad de alejarse del móvil" puede ser señal de alarma.

 

 

 

 

 

 

APRENDER A GESTIONARLAS ES BENEFICIOSO

Aprender a hacer un buen uso de las redes sociales es fundamental y puede mejorar nuestra vida mucho más de lo que nos pensamos. Es innegable que estas herramientas también tienen aspectos muy positivos, como por ejemplo estar informados o poder mantener el contacto con algunas personas a las que no podemos ver habitualmente.

Hacer un uso controlado de las redes sociales nos aporta beneficios, normalmente asociados con "tener una mejor atención y concentración y, consecuentemente, un mejor rendimiento", comenta Carbelo. Lo mejor de todo es que el estrés que sufrimos durante nuestra vida cotidiana se verá reducido considerablemente si aprendemos a gestionar el tiempo y la dedicación que les solemos dar.

Algunos de los consejos que da la profesora universitaria para mejorar nuestra relación con las redes sociales son los siguientes:

- Ponernos unos horarios para atender tanto a las redes sociales como al email.

- Intentar organizar nuestro tiempo de ocio al margen de ellas.

- Ser capaces de olvidarnos, un rato cada día, del móvil y nos estar consultándolas continuamente.

Begoña Carbelo ha encabezado junto al sociólogo Javier de Rivera el experimento 'Desconectados', para estudiar cómo nos afecta el uso excesivo de las redes sociales. Para ello, 'desconectaron' durante dos semanas a dos jóvenes de cualquier tipo de conexión a internet, redes sociales y Whatsapp y analizaron sus reacciones.

“Tienen la habilidad de controlar su comportamiento, pero no ven la motivación para hacerlo debido a que no ven que las consecuencias sean tan severas”, señaló a LiveScience el coautor del estudio y psicólogo de la U. Estatal de California, Fullerton, Ofir Turel.

Que las redes sociales han cambiado nuestras vidas es algo evidente. Es raro que a día de hoy la gente no tenga un perfil en Facebook o Twitter, sobre todo entre personas jóvenes.

No solo usamos las redes para comunicarnos de una manera rápida y efectiva. Hace tiempo que estamos enganchados y sentimos la necesidad de vivir 'conectados' continuamente.

Mucha gente ya no concibe su vida sin compartir absolutamente todo lo que hace o sin exhibir sus fotografías a través de Facebook, Twitter e Instagram, que son las tres más utilizadas en todo el mundo.

A la larga este tipo de actitudes pueden terminar resultando perjudiciales. Abusar de estas herramientas o hacer un mal uso de ellas pude generarnos innumerables problemas. Por ejemplo, pueden hacernos perder la atención y descuidar otras tareas más importantes.

Si la cosa va más lejos y desarrollamos dependencia a internet y, en concreto, a las redes sociales podemos encontrarnos con situaciones muchos más graves como la infoxicación. 

 

¿CÓMO NOS PERJUDICA ABUSAR DE ELLAS?

Un estado de conexión permanente "provoca inquietud, falta de concentración y alteraciones del ánimo", asegura la psicóloga Begoña Carbelo. Hay gente que no es capaz de desconectarse nunca y la idea de pasar tan solo un día sin poder acceder a sus perfiles para actualizarlos o para 'ponerse al día' les parece algo totalmente imposible.

Cuando llegamos a este extremo, es más que probable que tengamos un problema que a la larga terminará afectando a nuestro día a día. "Si una persona no es capaz de renunciar y centrarse en otras cosas, puede verse afectada su capacidad para disfrutar", advierte la psicóloga. Pero además, también puede deteriorase nuestra capacidad para estar con otras personas y para relacionarnos.

Como consecuencia de todo lo anterior, aquellos que han desarrollado un alto grado de dependencia de las redes sociales, pueden terminar sufriendo estados de ansiedad y estrés que, en muchas ocasiones, lleguen incluso a alejarlos de la felicidad. Y es que, en el peor de los casos "al final de la ansiedad suele estar la depresión", añade Begoña Carbelo.

SEGÚN LAS INVESTIGACIONES…

En particular, la investigación halló que las personas que reportan ansiedad por usar Facebook y otras redes sociales tienen patrones cerebrales similares a los que también son encontrados en los adictos a las drogas.

Sin embargo, este paralelo no es completamente exacto, ya que, a diferencia de los drogadictos, los ‘dependientes’ a las redes sociales no ven atrofiadas las regiones del cerebro que inhiben los comportamientos negativos, a diferencia de los ‘aficionados’ a la cocaína, por ejemplo.

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